NOTAS MENTALES PARA NO PERDER EL NORTE
A veces perdemos la noción de lo realmente importante: correr. Correr sin más. Sin presiones, sin metas, correr por diversión, por salud, por despejar la mente, por sentirte vivo. Y yo soy la primera que corre por objetivos pero creo que, en este momento y con retos importantes a la vista para los próximos meses, es imprescindible hablar de la necesidad de no perder el norte. No somos máquinas, no vivimos de hacer kilómetros y más kilómetros y no debemos sentirnos peor si un día decidimos sentarnos en el sofá y dejar aparcadas las zapatillas de running.
Creo que deberíamos sentir siempre la sensación positiva de cuando te inicias en el mundo del running. Esa sensación placentera que se produce en tu cuerpo cada vez que sales a la calle a trotar como si fuera una aventura nueva, que cada metro que avanzas es una batalla ganada y sobre todo ese impulso de seguir superándote cada día pero con precaución. Esa precaución del principiante que todos deberíamos mantener viva siempre. Conforme vas avanzando pierdes miedos y esa seguridad te lleva a enfrentarte a batallas que a veces no pueden salir bien. Es ahí cuando debemos ser conscientes que somos humanos, que podemos fracasar, que debemos quedarnos con el intento y con la experiencia que te ayudará a superarte en un futuro.
Nosotros somos nuestros propios enemigos. Nos enfadamos cuando no conseguimos el tiempo que queremos, cuando entrenamos y desfallecemos en la última serie sin alcanzar el objetivo, cuando abandonamos una carrera, cuando nos saltamos la dieta, cuando nos quedamos en la cama un domingo mientras el resto del mundo cumple con sus objetivos, cuando nos creemos menos runners si en lugar de hacer 10 kilómetros sólo conseguimos completar 6 ó 7. Y es ahí cuando debemos buscar aquella sensación inicial: cuando correr era bueno y positivo hicieras lo que hicieras.
De vez en cuando necesito estos post como terapia para espantar las dudas y los malos pensamientos. Somos humanos, llevamos unas jornadas de trabajo fuertes, buscamos tiempo para estar con la familia y amigos, tenemos compromisos ineludibles y el deporte debe servir como válvula de escape. No como condena cuando no cumples con lo que tenías pensado. Si quieres saltarte el entreno de un día hazlo, si quieres cenar pizza hazlo también, si prefieres una cerveza con amigos que una tarde de gimnasio ni lo dudes. Seguro que al día siguiente, cuando te pongas las zapatillas, te comerás el mundo. Y comprobarás que no ha pasado nada por ser más humano y menos runner.
